viernes, 20 de septiembre de 2019

El Cubo Líquido, Tropicalización de la geometría Bogotá Colombia





EL CUBO LÍQUIDO 
















Flujo y congelación; glase en francés significa cristal, espejo y helado; transparencia, opacidad y agua…esta liquidez apunta en dos direcciones. Primero, hacia el flujo del nacimiento –el líquido amniótico, la “fuente”−, pero después, hacia la congelación de la estasis o la muerte –la estéril inmovilidad del espejo−. Rosalind Krauss En los primeros años de la URSS, en el marco de una gestación civilizatoria con aires de universalista, se instaló con fuerza una poética racionalista y geométrica, pilar de grandes preocupaciones industrialistas, modernizadoras que han dejado su impronta hasta la actualidad. En su despliegue, progresivamente se fue adornando de prácticas artísticas surgidas como su espejo cóncavo que, en su devenir geopolítico propagó unas pulsiones que se dejaron sentir, por ejemplo, en la Holanda de De Stilj, y la Alemania de la Bauhaus respectivamente. Sin embargo, la fuerza y la trascendencia de esta gesta racional y utópica, fue progresivamente desarticulada al calor de grandes acontecimientos y pugnas históricas. Dos guerras mundiales reorganizaron el mundo y sirvieron de condición para el surgimiento de una nueva hegemonía, aunque posteriormente disputada abiertamente en lo que conocimos como el tiempo de la guerra fría. Así, mientras los derroteros de aquella utopía civilizatoria y sus formas artísticas, comenzaban a redefinirse, replantearse, repensarse y articularse de otras maneras y con otras urgencias menos heroicas, en los Estados Unidos surgía un poco más adelante pero en la misma "línea de batalla" el expresionismo abstracto norteamericano; la geometría liberada, la racionalidad ahora sensible y “puesta al servicio de la libertad”. Y esto nos hace recordar las obras de Pollock y Jasper John desembarcando en la bienal de Venecia en aviones militares norteamericanos. Pero en el mismo tiempo de esta confrontación, de estos derroteros de la utopía que tenía sus momentos más visibles en Europa, Estados Unidos y el eco cercano de la URSS, en el continente suramericano se venía articulando un hacer distinto, que aun cargado de aquellos sueños épicos y sus despertares de media noche, comenzaba a fraguar otra manera de pensar y vivir la racionalidad, el sueño, la geometría... se colaban para sus procesos de fraguado otras aguas que no aparecían en aquellos contextos... reminiscencias prehispánicas, herencias del quilombo, concepciones aborígenes del cuerpo, temporalidades de ciudades nacientes, esfuerzos por generar identidades nacionales y abarcar fronteras territoriales lejanas. Es en estas condiciones que el artista uruguayo Joaquín Torres García comienza su reflexión para invertir la geometría, o la ecuación: nuestro norte es el sur... y más allá de tal inversión geográfica y conceptual, en su obra se palpaba ya una realidad distinta, y una mirada otra, con un impulso que daba cuenta de su propio contexto histórico, cultural y político, y con la capacidad de reapropiación y revisión contextualizada de aquellos problemas históricos, conceptuales y formales en esta otra orilla del mundo. Así se expandieron, amplificaron, flexibilizaron y modificaron notablemente las posibilidades de la geometría como problema en el arte, no sólo a un nivel estético que ya de por si fue su carta de presentación más epidérmica, sino y en gran medida epistémica, en el sentido de que a través de todo este proceso, se llegó a exceder al campo mismo del arte moderno con experiencias de participación horizontal del espectador en un intento de disolver las categorías de artista y público general como en el caso del Neoconcreto brasileño, la toma del espacio público como lugar de encuentro metaestético en el Cinetismo venezolano (desde el principio, una de las premisas del Muralismo Mejicano) y la reorganización de sus convenciones formales en el caso de MADI y Concreto invención en la Argentina y el Uruguay de la década de los treintas. “El Cubo Líquido” es un proyecto curatorial que integra a una serie de artistas latinoamericanos emergentes y de mediana carrera cuyas obras dialogan con esta tradición y continúan extendiendo sus posibilidades. Se articula a través de la participación de los artistas Alejandra Alarcón (BOL), Augusto Ballardo (Per), Luis Arroyo (Ven), Jessica Briseño Cisneros (Chi), María Fernanda Carlos (Gua), Joel Grossman (Col), José Hidalgo – Anastacio (Ecu), Ivelisse Jiménez (P.RI), Leonardo Moyano (Ecu), Federico Ovalles – Ar (Ven), Tayron Luna (Ecu), Juan Carlos Rodríguez (Ven), David Orbea (Ecu), Felipe Seixas (Bra), Jerónimo Veroa (Arg) y la participación de artistas referenciales como Eugenio Espinoza (Ven) y Darío Escobar (Gua). 



Néstor García. Bogotá, septiembre de 2019.

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