El término "bardo se utiliza para referirse al estado de existencia entre dos vidas en la tierra. De acuerdo con la tradición tibetana, luego de la muerte y antes del próximo nacimiento, cuando la propia conciencia no está conectada con un cuerpo físico, se experimenta una variedad de fenómenos, periodo que dura máximo 49 días.
Lo que sucede en el momento de la muerte. En el momento de morir la conciencia se retira de los sentidos; uno ya no oye nada; el sonido se deja de oír poco a poco y uno ya no ve nada, todo se vuelve borroso. Finalmente lo borroso incluso desaparece.
En la muestra BARDO, las artistas cuyos discursos permanentemente reiteran sobre la condición humana, en esta ocasión reflexionan sobre la vida, muerte y el intersticio que implica el paso de un lado a otro; en el caso de las acuarelas de Alarcón, sus heridos enfrentan a un espectador condenado a la pasividad frente a un vestigio de violencia.
Los niños de las fotografías de González, si bien no son fruto ni resultado de la evidencia de un crimen, yacen silentes y sin respuestas dentro de cascos de vidrio, cual si fueran viajeros en espera.
Las Alicias de Alarcón que se desdoblan en dos dimensiones y los seres luminosos de González nos remiten ambos al estado iluminado del retorno elegido, como si la vida fuera este bardo, en el que tenemos consciencia de nuestros actos y en el que te das cuenta que cada acto tiene consecuencias en esta o en la otra vida.
Texto de Douglas Rodrigo Rada
Artista y Curador
Este proyecto fue apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes
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