Alejandra Alarcón
Existen personajes arquetípicos o referenciales usados hasta la saciedad por los bolivianos, y con razón. Frecuentemente nos miramos en el espejo del Diablo Etcheverry, de Evo Morales, de Eduardo Mitre, de Jaime Laredo, de Jorge Sanjinés, de Gastón Ugalde, de los hermanos Hermosa o de Carla Morón, y buscamos intensamente las nuevas versiones sin éxito.
Pero lo cierto es que existe un movimiento silencioso emergente, de gente joven, a la que le están saliendo bien las cosas. Ellos probablemente no lleguen a ser portada en Vogue o Newsweek (los mencionados quizás tampoco), pero sus capacidades comienzan a ser valoradas en sus campos de acción.
Rodrigo Hasbún en literatura, Óscar Soliz en ciclismo, Cristian Mercado en actuación, Marcelo Martins en fútbol, Eduardo Calla en dirección escénica, Joaquín Cuevas en cómic, Elvira Espejo en el arte textil o Alejandra Alarcón en arte visual, por proponer posibles nombres entre la gente que comienza a internacionalizarse. Son algunos de los protagonistas silenciosos que día a día se van abriendo espacio. Ellos no pretenden sustituir al grupo previamente citado, simplemente hacen su trabajo convenientemente.
Príncipe en licuadora
No parecen ser aleatorias las causas de su éxito. Todos ellos han tenido acceso a las nuevas tecnologías y han dispuesto de más ventajas –también más inconvenientes- en cuanto a formación técnica dentro de sus campos, gracias en parte a la globalización y a su laborioso empeño.
Precisamente Alejandra Alarcón, que ya comienza a tener una trayectoria consistente como pintora y artista visual, estos días emprende una nueva aventura en la zona catalana de Vilafranca del Penedés, España. Esta vez se trata de una residencia de tres meses en la galería de arte SICART. Simultáneamente expone en Coahuila, México, en el marco de un programa llamado CUADRO, que busca enmarcar las diferentes manifestaciones del arte emergente en México; en Miami, con algunos de los más importantes artistas contemporáneos de Bolivia en una exposición llamada “Miamicito” y en Cochabamba en el Centro Patiño con la exposición “Doméstico”. Todo a la vez. Un torbellino, tal como ella demuestra ser por dentro.
Love Story I
Además Alejandra ha prestado últimamente obras para portadas de discos, ilustraciones en antologías de literatura boliviana y talleres educativos. Ella es cochabambina, socióloga por la Universidad Mayor de San Simón y Licenciada en artes plásticas por la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, de México. Sus piezas de arte se han instalado en Estados Unidos, España, Italia, México, Perú, Chile, Brasil, China, Canadá, Bélgica, Argentina y Bolivia. Sus series más conocidas han sido “El olor del clan”, "Amorte", "Blanca Nieves" y “Caperucita la más roja”.
Alejandra no suele limitar su arte a las dos dimensiones del lienzo ya que destaca su faceta en el videoarte. Además, aprovecha las ventajas que le han dado las redes sociales para obtener retroalimentación, de la misma forma que aprovecha las posibilidades de los hipervínculos que tienen su blog y su página web.
Ella misma parece ser hipertextual, relaciona conceptos, ideas, realidades, contextos, situaciones complejas, situaciones simples y otras nimias, y las pasa por su escáner mental para luego subjetivizarlas. Parece más hija de las conexiones neuronales y psicológicas que heredera del costumbrismo y la tradición estética ligada a las minas o al paisaje del Valle Alto –del que tampoco reniega-. Ella es parte de la generación de artistas más inclinados por el intimismo y las obras de autor que por los hechos grandilocuentes y los movimientos demanifiesto.
Lobo
Se nutre de artistas bolivianos de su generación –Coca, Rada, Delgado, Dorado, etc.- pero también de las poderosas imágenes de Wong Kar Wai y David Lynch, de la música pop de Adanowski (hijo del chileno Jodorowski) o de las tragedias clásicas de Sófocles, además de una inabarcable cantidad de artistas y artesanos dispersos por la web. Precisamente el personaje mitológico de Yocasta ha inspirado una de sus exposiciones pasadas, así como también el de la Caperucita Roja.
Alarcón suele centrar sus inquietudes en conceptos relativos a la mujer, al poder, a los imaginarios alrededor de los cuentos infantiles, a las relaciones de dominación, a las imposiciones moralistas, al uso de la sensualidad femenina, a ciertas conductas animales y a la esencia misma del ser humano.
Cuando se le comenta sobre la función decorativa del arte, ella reconoce que aunque la belleza dejó de ser una necesidad hace algunas décadas, sí puede ser una herramienta, que ella utiliza como anzuelo para ulteriores fines, específicamente como potente medio de transmisión figurativa de algo que no necesariamente debe ser pulcro: la realidad humana.
Ella siente que existe esa generación, silenciosa o no tanto, quizás gracias a una conjunción casual o austral, a la que achaca valores positivos como el de la independencia del mercado y los poderes fácticos, al ser la mayoría autogestionados y no dependientes de la evaluación del mercado o del patrocinador.
Quizás sea momento de ver más detalladamente que cosas positivas hay alrededor, qué propuestas están aún por ebullir. Ese es el objetivo de ésta revista, entre otras cosas.
Sitio web: Alejandra Alarcón
Blog: Caperucita la más roja
Expone actualmente en: Galería Sicart
Fadrique Iglesias
No hay comentarios:
Publicar un comentario