miércoles, 3 de junio de 2020

Entrevista Periodico Los tiempos Suplemento de Cultura



Alejandra Alarcón: “‘Jugar a hacernos los muertos’ sublima el miedo a la muerte”


Cultura
    • Alarcón en su estudio, trabajando en una de sus obras. | CORTESÍA
    • Una de las recientes acuarelas pintadas por la artista. | CORTESÍA
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    Publicado el 31/05/2020 a las 0h00
    La Fundación Pollock-Krasner anunció el 15 de mayo que 121 artistas de 17 países fueron beneficiados con sus subvenciones anuales, proporcionando importantes recursos a creadores a nivel internacional. Una de las beneficiarias es la artista plástica Alejandra Alarcón, la cochabambina que actualmente vive en México y que constantemente representa al país por la calidad de su trabajo y la profundidad con la que cuestiona temas humanos. Entre los temas recurrentes de su obra está la identidad y su devenir, además del cuerpo y sus fluidos, la vida y la muerte, entre otros. En esta entrevista con Lecturas & Arte, Alarcón habla de este premio y sus continuos proyectos.

    —¿Qué significa ser una de las ganadoras de la beca Pollock-Krasner?
    —Creo que ganar un premio siempre es un gran honor, más aún cuando es internacional y de este prestigio. De alguna manera pone en un lugar a Bolivia y México como las patrias que me han dado cobijo en este camino. Significa la posibilidad de poder seguir y el reconocimiento a muchos años de trabajo en los que han estado implicadas muchas personas a mi alrededor.

    —¿Qué incluye la beca y cómo piensa aprovecharla?
    —La beca permite crear nuevos trabajos, comprar los materiales necesarios, pagar el alquiler del estudio, además de cubrir gastos personales y médicos, por un año. En mi caso, me permitirá continuar con el trabajo que he desarrollado en la serie El libro de las lágrimas, así como también poder experimentar y abrir otras líneas de trabajo.

    —¿Cuándo comenzó el proyecto Muriendo en lugares importantes y cómo ha evolucionado?
    —Muriendo en lugares importantes comenzó en 2017, es una serie de fotografías digitales, tomadas en el espacio exterior, en las que pretendo “morir”. Son tomadas en lugares emblemáticos de una ciudad, como catedrales, teatros, esculturas, edificios históricos, etc. Lugares también de consumo turístico, que tienen una carga cultural histórica y humana. Me interesa cuestionar la selfie como consumo de un lugar y como las personas que visitan espacios turísticos se toman una foto y la publican en las redes sociales, como prueba de haber estado ahí. También cuestionar la idea de lugares importantes ¿cuáles son?, ¿quién los define como importantes? y evidenciar al turismo, como una más de las herramientas del capitalismo, que los va vaciando de sentido y convirtiendo en lugares de consumo-selfie.
    Todas las fotos las voy subiendo a una cuenta de Instagram que está creada para ello.
    Con la pandemia, Muriendo en lugares importantes tomó otra dimensión muy poderosa, porque ahora realmente el espacio exterior sí tiene un peligro “de muerte”. Y todos estos lugares importantes de consumo turístico están vacíos. Es más, muchos están cerrados.
    Entonces he realizado otra serie de fotografías, en la que llevo guantes de plástico y cubrebocas y estoy “muerta” en todos estos lugares importantes totalmente desolados.
    “Jugar a hacernos los muertos” sublima el miedo a la muerte. Jugar a hacernos los muertos y morir donde nosotros elegimos nos permite sobrevivir frente a algo que no controlamos. Los humanos, como los animales, nos hacemos a los muertos para sobrevivir. Ahora el enemigo es real, es invisible y está afuera.

    —¿Cuál de sus proyectos es el que más sorpresas le ha dado?
    —Caperucita la más roja y El libro de la leche.
    Caperucita porque fue el inicio lúdico, sincero, en el que encontré una forma de trabajar, de pensar y de crear, me ayudó a saber quién y cómo era. Con Caperucita, mi trabajo llegó a otros países. Conocí a personas que me apoyaron para poder seguir.
    El libro de la leche fue también una parte (parto) aguas en la vida, porque con la maternidad yo pensaba y sentía (en ese primer momento) que ya no iba a poder crear, y esa serie me permitió poder entender todo lo que le estaba pasando a mi cuerpo y a mis nuevas identidades. También entendí que es imposible dejar de hacer. El libro de la leche me conectó con el profundo sentir de otras mujeres en la maternidad, en todos los sentimientos ambiguos que ésta tiene y que a veces no se pueden decir, porque son un tema tabú.
    La maternidad me ha hecho infinitamente más eficiente y ordenada para trabajar.
    Y a nivel conceptual, ha influido en toda una serie de reflexiones en torno al cuerpo, a los fluidos, al poder. A la autonomía, de nuestro cuerpo (útero, fluidos, sangre, leche) respecto a un sistema de poder que aún se expresa y materializa en controlarlo.

    —¿En qué está trabajando actualmente?
    —Estoy trabajando en dos proyectos uno que es una serie de acuarelas, que creo que llamaré El libro de los finales, y el otro que ya comenté en la pregunta sobre Muriendo en lugares importantes.
    Empecé esta nueva serie de acuarelas en la cuarentena, planteando la desaparición de lo humano, y su vez la relación entre la muerte y la cultura. Trabajé a partir de dos elementos, la silla y los huesos humanos.
    La silla como objeto, como símbolo del animal civilizado que se sienta, la silla como construcción cultural. Cada silla habla de un momento histórico, de un gusto, de una clase social, de una estética, de una vida, de un espacio, de alguien que descansó vivo o viva ahí. Cada silla tiene una carga cultural, histórica, socioeconómica. Todo esto frente a un hueso humano, a la muerte, a la fragmentación y desaparición.
    Vivir o sobrevivir esta pandemia nos cuestiona inefablemente, sobre el lugar del hombre respecto a la naturaleza y al cosmos. La naturaleza, en su equilibrio, no tiene preferencias. Pensar en la inminente desaparición de lo humano nos sitúa en una nueva realidad. En la que tendremos que repensar nuestras acciones en torno a un todo, en el cual no somos el centro.

    —¿Cree que el arte o las personas van a sufrir alguna transformación después de la pandemia?
    —Definitivamente sí, creo que van a cambiar el arte y las personas. Es una gran oportunidad para cuestionar el mundo que hemos creado. Para cuestionarnos.


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