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Alejandra Alarcón: “La acuarela me permite devenir en un fluido que no respeta los límites del dibujo a lápiz”
Por @alaiskmurasaki • el dia 25/03/2012
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Actualmente radicada en Santiago Chile, la cochabambina Alejandra Alarcón (35) es sin duda una artista provocadora. Su talento para vincular sin censura conceptos y realidades que a veces pasamos por alto o no queremos ver, nos sorprende. Nadie creería la crudeza detrás de sus acuarelas; de lejos, encantadoras con su estética naíf y tonos pastel, para luego someternos a una segunda mirada que nos habla de la perdida de la infancia y todo el horror, la violencia y la resignación que supone nuestra transformación de niña a mujer. A su manera, la socióloga titulada de la Universidad Mayor de San Simón y Licenciada en artes plásticas de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, de México, nos analiza. Nos empuja a desentrañar el miedo y convertirlo en una afirmación de nuestra identidad, de lo que realmente somos, sin vendas en los ojos, sólo desnudos intentando adaptarnos para sobrevivir.
Crecer duele, y es justamente ese el concepto que Alejandra devela en “El olor del clan” y “Caperucita la más roja”, series que han recorrido el mundo siendo presentadas con gran éxito en Estados Unidos, España, Italia, México, Perú, Chile, Brasil, China, Canadá, Bélgica, Argentina y Bolivia. En ellas, su delicado trazo abraza nuestros cuerpos sangrantes como lo haría una madre, desmantelando imaginarios creados en torno a la familia y la mitología infantil de los cuentos de hadas, despejando nuestras dudas, diciéndonos cara a cara que la vida es compleja, pero que vale la pena ser fuertes ante la amenaza, las relaciones de poder, las imposiciones moralistas y aquel “deber ser” al que estamos empujados a ceder para ser aceptados socialmente. Temáticas apasionantes de las que conversamos en esta entrevista.
Alejandra, antes de profundizar en tu obra, me gustaría que nos contaras detalles de tus inicios como creadora. ¿Tienes algún recuerdo latente al respecto?
Mi interés inicial no fue el arte en sí, desde pequeña me encantaba dibujar. Pinté todo el techo de mi cuarto con enredaderas, arañas y telarañas. Pinté todo mi pupitre del colegio, hacía dibujitos (con marcador permanente) en mis sábanas, pintaba huesos (de animales y humanos), hacía películas con mis hermanos y mi prima. Es en la adolescencia que esta expresión comenzó a ser una búsqueda existencial, y posteriormente una decisión de vida, y profesional. Cuando terminé sociología y empecé a ejercer dentro de esta profesión tuve como una crisis existencial ética sobre si mi trabajo realmente cambiaba en algo la realidad, de si realmente hay una verdad y un camino a seguir. Fue ahí que decidí dedicarme enteramente al arte.
Al parecer, tus estudios e investigaciones sociológicas han encauzado los temas que tratas en tu trabajo, por ejemplo tu preocupación por la identidad femenina…
Así es, haber estudiado sociología, me ha permitido tener siempre un acercamiento bastante teórico a los temas que voy trabajando desde el arte. El proceso creativo que sigo no es lineal, ni jerarquizado, existen múltiples conexiones entre los conceptos que abordo. Considero que la noción de rizoma, de Deleuze y Guattari, es el más apropiado para la metodología de mi trabajo. Ahora, el tema de la identidad femenina, es algo que me intriga desde que estudié sociología, (mi tesis de sociología fue sobre la construcción de la identidad en la adolescencia), de manera natural fue el tema que también seguí trabajando desde el arte. Estas niñas adolescentes en constante proceso de construcción identitaria. Las niñas pulpos masculino-femeninas, las Caperucitas, Cenicientas, Rapunzeles, son aproximaciones que plantean los matices de lo compleja que es la identidad, que no se puede definir si no es en un proceso constante orgánico, dinámico de construcción en el tiempo.
En este sentido, ¿qué tipo de roles o imaginarios propios de la cultura occidental te interesa desmantelar en tus diversas series?
Me interesa reciclar los roles asignados de los cuentos infantiles, relativizando el bien y el mal, la víctima y victimario. Por eso me importa reinterpretar y poner en duda, develar y desenmascarar, los valores morales que estas historias tratan de impugnar como verdades universales. Así, las diferentes series exploran en variadas direcciones la posibilidad de encontrarnos con los deseos reprimidos de las niñas mujeres, con el poder que soterradamente se va mostrando al invertir, distorsionar, mezclar, yuxtaponer y recomponer la imagen femenina que es planteada en los cuentos y emulada en lo cotidiano inadvertidamente. Mis series reelaboran no sólo los cuentos, y mitos subyacentes, también cuentan mi propia versión del imaginario perverso y prohibido, que ya contienen en germen estas narraciones, que dejan de ser infantiles e ingenuas, para convertirse en algo ambiguo, seductor, jocoso, inquietante.
Algo que podemos observar con claridad en “Caperucita la más roja”. ¿Existe en ella un juego de poderes, de inocencia y seducción?
Absolutamente. El poder de una “niña” se impone ante lo masculino adulto. Los hombres se sienten fuertes al lado de esta peculiar imagen de desprotección. Ahí radica también el poder de la mujer, en su aparente debilidad “ser víctima también tiene su lado bueno”. Es en el juego de la seducción que ella “juega” a ser atrapada, cuando en realidad quien controla el juego siempre es ella. Las “Caperucitas más rojas” son las que atraviesan el bosque sin miedo, son dueñas de la naturaleza de sus peligros e instintos. Caperucita es la heroína de esta historia, ella devora al lobo. Ella es cada vez más el lobo y el lobo cada vez más caperucita. En esta relación se pierde la noción de devorador –devorado, victimizado- víctima. Ambos, en su relación de poder, alternaban roles. De la misma manera, caperucita niña – inocencia /con el de mujer – voluptuosa, seductora.
En el caso de “El Olor del Clan”, ¿por qué utilizar un arquetipo como el pulpo?
Parto del pulpo como motivo iconográfico, para poco a poco desarrollar varios personajes. Me interesa el pulpo por sus características, su textura blanda, mojada. La fisonomía del pulpo alude a los órganos sexuales femeninos (boca dentada) y masculino (tentáculos). Los personajes están relacionados entre sí por lazos de parentesco real y/o simbólico dentro de un clan. Utilizo el concepto de clan para situarlos dentro de un orden mítico en donde el lenguaje gráfico me permita construir metáforas de lo arquetípico.
¿Qué tipo de relaciones y tensiones presentas en esta serie?
Los vínculos entre los personajes y los pasajes trágicos que estos viven, todo a partir de la recreación de las relaciones que se dan en la familia, ésta entendida como un clan de relaciones arquetípicas. El “Olor del Clan”, surge como un estigma de pertenencia que nos sobrepasa, una idea de ser parte de algo más grande que nos induce a aceptar un destino, destino trágico en el que las relaciones, amores, odios ya están dados. Intento representar un mundo de personajes que sobreviven a su forma inicial construyéndose otra, personajes que negocian lo trágico con su deseo de ser de otra manera, personajes que camuflan el destino en nuevas formas de existir.
¿Cómo construyes tu obra en términos creativos y técnicos y qué diálogo surge a partir de este proceso?
Es un proceso en el que uno va buscando a partir de la imagen, no del concepto, en la primera fase, uno busca imágenes (ya sea a través del collage, programas de 3D (Poser), imágenes de Internet, fotos, etc.), son las imágenes las que van guiando el camino, y así cuando uno encuentra lo que estaba buscando (que no lo sabía antes de buscar, sino sólo al encontrar) uno ya va trabajando más sistemáticamente. La otra parte es cuando ya tengo las imágenes que quiero y hago una lectura, teórica, vivencial, conceptual, y así esto me ayuda para ir construyendo, verbalizando una red de conceptos, que guiaran las siguientes piezas a realizar. Es entonces cuando abordo la producción a partir de varios medios: pintura–acuarela, vídeo, construcción- intervención de objetos tridimensionales, intervención al material bibliográfico y piezas multimedia interactivas. Considero que el nomadismo en cuanto a los medios enriquece la obra, generando múltiples lecturas de la misma, como también en cuanto al proceso creativo. Existe un diálogo entre las técnicas y los medios que no podemos pasar por alto. Los medios son utilizados en función a la pertinencia que tengan éstos en relación a discursos.
Y la acuarela, qué tiene de especial para ti, ¿por qué crees que el resultado –ese juego entre lo bello y lo grotesco- es tan atrayente para el espectador?
Me gusta la relación perversa que existe entre la primera impresión del espectador y el contenido, relación que se refuerza por la técnica de la acuarela. La primera impresión, al ver una de las obras es de atracción, dan ganas de verlas por su pulcritud, colorido, transparencia, delicadeza, porque parecen inocentes e inofensivas; un segundo momento es cuando el contenido es entendido, entonces el impacto es otro. La pulcritud, la transparencia son sólo una forma ya que el contenido es muchas veces obsceno, grotesco y abyecto.
¿Qué vínculo sientes que existe entre la temática que exploras y esta técnica?
En la técnica de la acuarela existen momentos en que no es posible definir los límites, en los que el azar controla la situación y se van creando formas más allá del trazo voluntario. El color como fluido es devenir, hay un juego entra la intención y el azar, que refuerza el sentido de la obra: Identidad en constante construcción. La acuarela me permite ser fluida, devenir en un fluido que no respeta los límites del dibujo a lápiz. A nivel de la experiencia y del proceso existe siempre un espacio de desconcierto que me permite ir construyendo a medida que el color líquido se va dispersando en el papel.
Hasta ahora ¿cuál de todos tus proyectos ha sido el que te ha dado mayores satisfacciones?
Creo que todos. Todos tienen momentos de satisfacción y de desconcierto. Aunque quizás como proceso, el de “Caperucita la más roja”, porque tuve como dos años para desarrollarlo, sin ser mostrado o expuesto, creo que en ese proyecto tuve la oportunidad de extender en todas sus posibilidades, temáticas, procesuales, de medios y producción artística.
A lo largo de tu carrera has tenido la oportunidad de exponer en Bolivia, México y Chile, entre otros. Artísticamente, ¿qué paralelo harías entre estos países?
Me cuesta hacerme una idea cabal o completa respecto a la escena del arte en estos países. Sin embargo, siento que en Bolivia, pese a ser un país en constante construcción, hay una producción artística contemporánea muy contundente, que tiene que ver con algo verdadero. Los artistas trabajan sin ningún tipo de apoyo en nada parecido a otros países “más desarrollados” o “capitalistas”, como son México y/o Chile, en los que hay más apoyo a los artistas desde el estado, como becas (Fondart, o el Fonca), o un mercado del arte donde los artistas pueden vender. Podría decirse que es más un “arte por el arte”.
Qué desafíos persigues este 2012, ¿continuar traspasando fronteras, quizás?
Mis desafíos son más de búsqueda personal, cuando el trabajo es bueno, lo demás va ocurriendo de manera natural, hoy en día ya no se puede hablar de fronteras territoriales. Internet ha logrado crear comunidades de personas que están pensando y produciendo más allá de reflexiones meramente localistas.
Y si de nuevos proyectos hablamos, ¿qué podemos esperar de Alejandra Alarcón?
Estoy trabajando en una serie que se llama “Cindirella Ending”, es una serie en donde he logrado unificar lo que iba trabajando antes con caperucita (el imaginario de los cuentos infantiles), con una iconografía propia particular, en esta serie cenicienta- caperucita- súper heroína y niña ha enterrado el par de su zapatito rojo, espera y finge que alguien le dará el par, mientras tanto colecciona hombrecitos en su calzón. Esta serie incluye video, foto y acuarelas. En algunos años más espero que este personaje encuentre, por fin, el par que escondió.
Enlace: www.alejandra-alarcon.com