miércoles, 6 de marzo de 2013

KADABRA en Buenos Aires Argentina




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Antiguamente se creía que la encantación abracadabra inscripta en un amuleto o piedra triangular 
funcionaba como protección a todo aquel que ingresaba en el bosque en la caza de lo 
desconocido. Para los arameos, curaba el infortunio y protegía de malaria.

En la tradición oriental una Chintamani o gema perfecta, era metáfora de las enseñanzas y virtudes 
de Buda. Quien la encontrara sería dueño de cualquier deseo que profesara. Una piedra mágica 
que curaba todos los males.

Entre medio de lo vivo y verde, y lo negro y espeso del bosque, hay relatos que creemos conocer, 
pero quizás no tal y como ocurrieron. Quizás sea nuestra propia imaginación la que los vuelve 
vivos y es ese pequeño umbral de ilusión el que nos genera los miedos y temores a lo 
desconocido de este refugio de criaturas que en lo frondoso y oscuro, devienen misterios.
Alejandra Alarcón, Nahuel Borges, Alejo Fernández, Guillermina Gómez, Sofía López Mañan y 
Nicolai Sommerfelt eligen narraciones atravesadas de magia y secretos de las tierras de Bolivia, 
Noruega, Tíbet, nuestros Mapuches, Perrault, los hermanos Grimm, Christian Andersen y nos 
permiten, en un mínimo temblor, ser parte de ellas.

Estos seis artistas se vuelven lobo, foresta, y alquimia perfecta, en el medio de un contexto donde 
lo que nos rodea, nos succiona y aleja de nuestros propios sueños y deseos. Ellos deciden invocar 
un último conjuro, un Kadabra, que nos permita limpiar de asperezas las superficies y absorvernos
en las historias que nos han formado generación tras generación, reinterpretándolas con sus 
propios imaginarios.

Askeladden, el que sopla las cenizas, la Caperucita que se vuelve peluda y vencedora, un domo 
Chintamani, o el taxidermista de ciervos, habitan estas historias que con el paso del tiempo se van 
modificando hasta convertirse en el final de un viaje y el comienzo de otro. Retratos de leyendas 
donde algo se perderá y dará lugar a otra forma en un eterno uroboro.

Laeticia Mello















Articulo de Victoria do Campo
El espacio de lo indeterminado


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